Entrevista a David Gasull, publicada en EL CORREO
7.10.12
Este vitoriano, que ha trabajado en el sector público y el privado, gestiona sus propios negocios desde hace tres años
Caipiriñas, samba y fútbol. Tres palabras con genuino sabor brasileño, aunque la realidad de este país esconde mucho más que ocio. Numerosas empresas extranjeras han descubierto todo un filón en un estado que apunta a convertirse en potencia económica. Y sus gobernantes y ciudadanos, aunque reciban a todo el mundo con los brazos abiertos, son plenamente conscientes de sus posibilidades y por eso abogan por aplicar un férreo proteccionismo a sus mercados.
Así se explica que se muestren receptivos a ideas nuevas y mano de obra cualificada, pero al mismo tiempo resulte complicado abrir negocios si eres un 'gringo'. De ello puede dar fe David F. Gasull, que ha logrado ser visto como un brasileño más. Un proceso costoso y lleno de 'artimañas' inteligentes para penetrar en este país de futuro. Con paso firme y con el bagaje de haberlo conseguido, este vitoriano actúa de 'consejero' a través de su consultora para todas las empresas extranjeras que quieren poner un pie en Brasil.
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| «El Mundial y los Juegos han traído mucho nombre, pero no tanto dinero» |
Hizo el COU en Estados Unidos y se licenció en Administración de Empresas en la Universidad de Coventry, en Inglaterra. Gran parte de su formación la desarrolló fuera de Vitoria, pero regresó para realizar un máster en Comercio Internacional. Dos idiomas le parecieron poco, así que viajó a París para aprender francés y probar suerte. Le sonrió la fortuna y entró en BBVA, primero como cajero de una sucursal hasta ascender como subdirector. Fueron dos años de aprendizaje parisino, tras los cuales Gasull decidió regresar a casa.
Con ese currículo pronto encontró empleo en la Cámara de Comercio de Álava y, después, como director de promoción económica de la Diputación. Pero con su experiencia internacional, pensó que le había llegado la hora de crear su propia empresa. «Cuando comenzó la crisis, y viendo hacia dónde nos dirigíamos, tomé la determinación de mudarme a Brasil y empezar de cero con mi experiencia y cualificación», explica. De eso hace ya tres años y el balance no ha podido ser más positivo. Es socio de Amplus Brasil, una consultora especializada en la implantación de empresas extranjeras en el país en sectores como la construcción, infraestructuras e industrial. Al mismo tiempo también participa en AT7, firma importadora y distribuidora de maquinaria en Brasil. Por trabajo y por disfrute es socio fundador y vicepresidente de la Asociación de Jóvenes Españoles y Descendientes del Estado de Sao Paulo, así como de la Peña Oficial Real Madrid Brasil.
«Para dar solidez a mi profesión creé el blog 'Negocios en Brasil' porque enseguida la gente local se pregunta qué sabes del país y la cabeza de la empresa debe servir de referencia», anota. De todas sus vivencias en el extranjero se ha enriquecido, pero sin duda, la más dura ha sido la de asentarse en Sao Paulo. «Es un mercado al que todo el mundo quiere acceder, pero resulta muy complicado porque es muy cerrado para empresas de fuera. Necesitas un 'padrino' para entrar por el tema burocrático». Muchas empresas españolas aterrizan en Brasil a la desesperada, ya que es un país en el que no se oye la palabra crisis.
Aunque para entrar en el mercado casi haya que ser considerado brasileño, lo cierto es que una vez dentro «recoges los frutos». El Gobierno aplica aranceles a los productos de fuera al temer una avalancha de Europa y EE UU.
Y conseguir un visado es una tarea difícil. «El Mundial y los Juegos Olímpicos han traído mucho nombre, pero no tanto dinero. Es una economía que, aunque se resienta, seguirá creciendo porque el tipo de interés es elevado. Y si el consumo descendiera lo podrían incentivar bajando los tipos de interés», detalla este empresario.
Él ya está dentro del mercado brasileño, pero recuerda el primer año. Fue «horroroso». «Trabajar por cuenta propia es un calvario hasta que te sitúas», asegura. A la lentitud burocrática se suma la carestía de la vida, porque «es tan caro como Londres. Aquí con un dólar no haces nada».
Sociedad «clasista»
A los obstáculos de aprender portugués, abrir una cuenta en el banco, encontrar piso... se sumó la peor de las barreras: posicionarse en una sociedad «clasista». «Si eres un extranjero te miran bien porque traes conocimiento, pero a la vez determinan quién eres en función de con quién te relacionas. Así que llevé a cabo mis propias acciones para crearme un nombre y conseguir socios potentes en la distribuidora», dice.
Por eso asegura que, a pesar de ser un país donde las desigualdades se van diluyendo, aún queda mucho por hacer. «Es una sociedad con poca clase media. Así que para distanciarse de la clase baja pone todo más caro. Al llegar y no conocer a nadie, me costó hacerme un hueco en la clase alta porque es bastante cerrada. Pero tenía que relacionarme con ellos porque mi empresa se mueve con gente local. Vendemos y compramos en Brasil, y colocamos a empresas de fuera aquí».
Lo que más cuesta digerir es el fuerte contraste entre el lujo y la marginalidad. «No son todo favelas, pero las hay. Viven centenares de familias sin agua ni luz. La tienen que robar porque es una zona que el Ayuntamiento considera ilegal. Es una pena que existan personas con tan pocos recursos. Pero es que el salario mínimo es de 600 reales (250 euros). Esta situación se está aminorando, y los extranjeros aportamos conocimiento e igualdad».
Con todo, Gasull apuesta por Brasil y agradece todo lo que le ha concedido este país en su desarrollo profesional. «No me planteo regresar a corto ni medio plazo. Pero a la larga sí, porque en España me espera mi familia, amigos y un mejor sistema sanitario». Eso sí, anima a la gente a no quedarse «de brazos cruzados».
Autora: Iratxe Gómez, Vitoria
Fuente: Vascos de Altos Vuelos | Empresario en Sao Paulo - EL CORREO
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